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viernes, 30 de marzo de 2012

Cuando Valencia tenía derby

Todavía colea los fastos de la bandera, y en aquellas horas, mientras arreglaban el terreno de juego y ordenar las solitarias gradas del recién estrenado Mestalla , los mossos recordaban entre bromas aquella tarde del ya lejano Septiembre, donde Cubells , portador ilustre del símbolo fundacional, era recibido con una atronadora ovación en su irrupción en el Coliseum valencianista. Aquellos pre-adolescentes luciendo un pronunciado aire rebelde imitaban aquellos actos que tanto significaron en la ciudad, soñando despiertos - e inmiscuidos concienzudamente en un claro ejercicio de desatención al trabajo - con poder convertirse en los protagonistas futuros de aquella pequeña epopeya social. Pero ya lejanos aquellos días, la mañana de joguineig infantil sería el preludio de otro evento de igual magnitud. Los dos principales clubes de la ciudad se volverían a ver las caras esa tarde por enésima vez durante la temporada futbolística, y en esta ocasión, sería en un duelo a vida o muerte, sin margen de error para el campeón vigente, el Valencia FC , empeñado en conservar el título que había ganado con tantas dificultades del año anterior. Desde los cafés de la calle de La Paz, hasta la siempre alegre Rue del mercado central, los comentarios a viva voz entre mercaderes y clientela, entre amigos coloridos de azul y compañeros de militancia blanca, eran monopolizados "Para el Partido." Aunque estaban vigentes los resentimientos de aquel penal anotado por Esteban - muy protestado por el sector blanquinegro, y que generó arduas parodias y encendidos debates mediáticos - que supuso una dolorosa derrota del Fe-Ce por 1-2 ante el equipo del río,! ya Mestalla .! afrenta de la que se dio buena cuenta en el partido de vuelta, jugado el 21 de Diciembre de 1924, con gol de Montes , devolviéndole así, y muy convenientemente, el golpe al enemigo ... argumentaban los doloridos valencianistas, temerosos de que la igualdad reinante en aquellos duelos hegemónicos los dejara - como ya pasó dos años atrás - sin campeonato que celebrar, y con ello, otros tantos meses de aguantar sobre sus espaldas la ramassada rana. Mientras las paraetes de castañas y algodón dulce se instalaban en la explanada que daba acceso al recinto, los primeros señoritos en llegar a sus pulidos asientos en la elitista tribuna observaban con estupor las previas del encuentro escritas bajo múltiples cabeceras. Tanto el VFC como el Gimnàstic llegaban a aquel duelo de desempate en igualdad absoluta, ambos, solas habían perdido un partido, como locales, en sendos Derby y por idéntico resultado, 1-2. Ni tan sólo los cinco goles que llevaron la victoria nos lo Club España - histórico campeón regional - en la última jornada fueron suficientes para romper la igualada y dejar en solitario al conjunto Mestalla en lo más alto de la tabla. Así que no había otra para evitar la moneda al aire que bordes las caras en un partido definitivo, entre dos vecinos enemistados en lo deportivo, pero capaces de convivir - como así se demostró en aquellos actos donde el club echó a la calle a la ciudad para bendecir su bandera, coincidiendo con los actos de celebración del XV aniversario del Gimnàstic - en lo social. Con cerca de mil ruidosos y entusiastas azulgranas perfectamente identificados, y en una grada repleta de sombreros acompañados de sus inseparables diarios vespertinos bajo la la axila, que solían transformarse durante el encuentro en amenazadoras porras improvisadas con las que atemorizar a rivales y colegiados, dio inicio el partido del año. Ya en los primeros instantes lo que había sido una historia de competencia de ti a ti, con episodios "trágicos" de pérdidas de títulos en enfrentamientos directos, comenzó a decantarse hacia el lado local, en una especie de aviso sobre lo que el destino le tenía preparado al fútbol Valentín. Rino , en el minuto 9, transformó en gol el insultante dominio local, inclinados estos hacia la portería de Boro en su intención de evitar que el vecino pudiera tener la más mínima oportunidad de sentirse cómodo. En plena algarabía, el Valencia FC celebraba haber llegado a los tres mil socios, inaugurando nueva sede social - Calle de la Paz n º 28 - como colofón a una era de bonanza que tenía en Mestalla la joya de la corona, un estadio, que lucía durante aquella tarde un pleno sin precedentes, acogiendo las líneas de cal de los corners a picar niños que habían logrado sortear la vigilancia para colarse en el recinto, e inauguró con ello, una tradición que se alargaría durante generaciones entre la juventud valencianista. En el crepúsculo de aquel 8 de Febrero de 1925 con el 3-0 que anotaría Montes sólo reanudarse la segunda parte, el público ya festejaba el campeonato. Quedaba por derimir por cuantos goals se ganaría a un desdibujado Gimnástico , incapaz de presentar batalla, y que solo había evitado una goleada mayor en los primeros 45 minutos merced de una extraordinaria actuación de su portero. Pero lo que parecía ser un funeral rana en un match que pretendía pasar a la posteridad tenía guardado un final apoteósico, que convertiría aquella humillación a manos de su enemistad compañero de fatigas, en un encuentro recordado durante generaciones. Con el gol de Calvo de penalti, el Gimnàstic hacía subir el tanto del honor, quedando estampado un 6-1 en el marcador con el que el Fe-Ce celebraría por todo lo alto renovar su título de campeón, y con él, su pase a la eliminatoria ante el CD Castellón , para esclarecer qué entidad valenciana representaría a su fútbol en la Copa de España . Pero entre aquella regocijo blanquinegra, había un chico, natural de Algirós , e irremediablemente irreverente con la ortodoxia imperante en el foot-ball de la época que aún no había dicho la suya. Ese día, extraño en él, no destacó sobre el resto. Aunque el partido le preparó el oportunidad de subirse al carro de los "héroes" que ya habían quedado inmortalizados durante aquella tarde en los rotativos de la época. El señor López Espinós , que sería perseguido durante semanas bajo la acusación de ser "merengot" , señaló un penal en el 84 como castigo a una rociones actitud del cuadro visitante, interesado desde hacía demasiados minutos a parar aquella sangría a base de patadas y antideportivos gestos. Pero Cubells no era de esa clase de tipo que se conformaban con ser uno más . El primer valencianista en llegar a la internacionalidad quería poner el broche de oro, y de forma especial, a un día maravilloso. Con el campeonato en el bolsillo y el encuentro carente de interés para un respetable más pendiente de ofender al rival con sus celebraciones que del terreno de juego, aquel que de niño quería ser torero y al que la vida le regaló el fútbol como compensación a su frustrado sueño, decidió lanzar la pena máxima de espaldas, poniendo en evidencia esa rebel.ldia casi crónica de la que hacía gala sobre el césped. Osadía que no fue recompensada, aunque Arnet , extremo azulgrana, salió disparado hacia el balón, lento en su tránsito hacia la línea de corner, introduciéndolo, con un pronunciado gesto de rabia, en su propia meta. Ya establecido el 7-1 en el tanteo definitivo, se dirigió hacia Cubells recriminó-le en un alarde de hombría, que se dejara de contemplaciones, ya que a ellos no les afectaba perder por siete, ni por ocho, mientras no se les faltara al respeto, como intentó hacer "el Cucala" , que sin quererlo, se había erigido en protagonista de una historia recurrente que hizo correr ríos de tinta, siendo entonada entre copas y degustada bajo el humo de los puros durante más de una década, el tiempo que duró aquella rivalidad intramuros en un Cap-i-Casal que se rindió a la hegemonía blanquinegra , capaz de terminar, con un lento goteo de años, con cualquier competidor. Más de ochenta años después, ambos conjuntos, siendo el Levante UD heredero de lo - a pesar de lucir el topónimo que no le corresponde por apodo, colores e historia - vuelven a enfrentarse en una situación de casi paridad, que puede resultar, si los monos logran sobrevivir en la élite, el inicio de una recuperación que le devuelva a Valencia el conocimiento del significado de la palabra derby, con el que terminó la creación de la liga de fútbol profesional en 1928.
DE NUESTRO AMIGO : José Ramón Albiach

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