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EL BLOG DE AIDA

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sábado, 28 de enero de 2012

Nostalgia de Bell Ville (canción a Don Mario Alberto Kempes)

Será que la Navidad me pone tontorrón y me da por recordar el pasado. Es así como le pasa a mucha gente. Recuerdan el pasado con añoranza, mejorándolo, ocultando lo desagradable, ensalzando las alegrías, por nimias que éstas hayan sido. Aunque durante el año pasado, hubo alguien a quien la Navidad no puso tontorrón. Tal vez él ya lo fuera. No puedo entender como Tintín fue capaz de romper un equipo que, hasta ese momento, parecía caminar derecho, sin lustre, pero bien orientado y consciente. Tontorrón o carente de personalidad, tal vez. A pesar de ello es tal la marea de candor y candidez que me invade que prefiero olvidar aquellos episodios y centrarme en un pasado más remoto. Y mucho mejor. Esta ola resacosa lleva mis pensamientos hasta la noche del 16 de agosto de 1976. Estaba allí, como tantas veces antes y después, junto a mi padre. La noche era de las que uno desearía no vivir. Calor, calor y calor. Y poco fútbol o al menos no muy favorable para nuestro equipo, que jugaba abriendo el Trofeo Naranja ante el CSKA de Moscú. La noche pasó a la historia por ser el debú de Kempes con el Valencia C. F. y por poner en evidencia a la afición valencianista, que emitió juicios de valor sentenciando que el nuevo fichaje era un petardo. En estos días fríos del comienzo del invierno y con la melopea ñoña que me suele entrar, mi natural excitación nerviosa me ha llevado a cometer un atrevimiento que espero sea considerado como tal y no me relegue a un ostracismo cibernético que no deseo. Le he escrito una canción a Kempes. Sí. Porque he de confesar que yo tengo un pasado, o quizá un presente contemporáneo, y que largas horas de mi vida se han consumido escuchando música y también creándola. Así que, con la intención de hacer un modesto presente navideño a mis amables lectores, ahí va la letra de mi canción y más adelante el enlace para poder escucharla. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año 2009! y Amunt València!

Nostalgia de Bell Ville


El calor de la noche se clava
como una daga en un callejón.
Los ruidos, la gente y el humo
regatean a mi corazón.
Bocatas de jamón y queso,
turrón Meivel, helado de bombón.
El partido va de mal en peor.

Los rusos atacan con orden,
los nuestros buscan una ocasión.
La lucha es enconada,
los goles caen de dos en dos.
Mario chuta y falla, falla y
chuta y vuelve a fallar.
Las gradas se agitan como el mar.

Nadie supo que estábamos frente
al gran Mario Alberto Kempes,
que esa noche, tan solo, sintió por una vez
nostalgia de Bell Ville.

Qué lejos queda ahora
aquella noche del ’76.
Copas, recopas, pichichis, mundiales
y balones dentro de la red.
El tiempo nos ha enseñado
ha recordarte con amor.
Por siempre, Mario Kempes, Matador.

Nadie supo que estábamos frente
al gran Mario Alberto Kempes,
que esa noche, tan solo, sintió por una vez
nostalgia de Bell Ville.

© Cisco Fran, 6/10/2008

Francisco García
Socio del Valencia CF

El 8 de desembre de 1982 quedarà per a sempre en la meua memòria

En 1982 tenia només 9 anys, però sempre recordaré aquest partit a Mestalla. Vaig anar amb mon pare i crec que no podia estar més nerviós. Anarem a tribuna, pugí per les escales, i les cames ja me tremolaven. El tremolor no era del fred, recorde aquest partit quasi tant com la final a Madrid davant el Depor, la final de l’aigua. Les imatges d’aquell dia quedaren a la meua retina, només espere algun dia poder fer el mateix amb els meus fills. Espere que Martina, Vicent i Joan tinguen també l’oportunitat de conèixer Mestalla o el proper camp del València. Que visquen aquesta part tan intensa del sentiment valencianista encara que ells no siguen d’Alaquàs com el seu pare ni visquen a València.

Des de Mallorca tot es veu diferent, però els sentiments són els sentiments i aquests darrers dies he tingut la gran sort de poder comptar amb la família alaquassera i gaudir d’unes setmanes extraordinàries. He aprofitat els dies per acabar un treballet que havia preparat per a mon pare. I amb el regalet que no és més que un modest recull de premsa extret de l’hemeroteca de La Vanguardia he inclòs un enllaç al vostre bloc. Bloc que he descobert aquest estiu i que m’ha ajudat a decidir-me per fer-li el regal.

Amb la completa seguretat que Paco Peiró (pare) es convertirà en un seguidor més de les vivències d’aquest bloc.

Gràcies per la dedicació i pels bons moments valencianistes.

Josep Peiró
Accionista del València CF

El 10 de Kempes

Nunca tuve un físico y unas cualidades suficientes para soñar en ganarme la vida jugando al fútbol, por lo que nunca aspiré, ni mucho menos, a poder compartir espacios y sensaciones futbolísticas cercanas, con cualquiera de aquellos jugadores que vi jugar y seguí cada fin de semana en radio, TV o campo de juego, o con otros muchos que cuando yo nací ya se habían retirado o estaban pensando en hacerlo.
Pero fue hace ya algunos años, recién llegado a la capital del Turia, y en una de aquellas soleadas tardes de finales del otoño valenciano; cuando después de bajar del 71 en la Avenida de Blasco Ibáñez con mi carpeta bajo el brazo camino de las clases del doctorado, me ocurrió algo inesperado, que aún recuerdo.
Reconozco que aunque enamorado de la Unión, del fútbol y de su historia en general, nunca fui especialmente mitómano; pero cruzarme aquella tarde, allí, con todo un Mario Alberto Kempes, a 300 metros del todopoderoso Mestalla que podía otear a mi espalda con el rabillo del ojo desde aquella parada de autobús; supuso algo emocionante.
Siempre dudas al principio, ¿es?, ¿no es?...pero sí era.
Desgraciadamente, nunca pude verlo jugar en directo, pero las imágenes volaron en mi cabeza desde que lo divisé varios metros por delante de mí acercándose; hasta que lo perdí de vista a mi espalda…pasaron sólo unos cuantos segundos, segundos, que hoy recuerdo en este blog como aquellos, pocos, que pasé al lado de Mario Alberto Kempes.
Por un momento, durante aquel fugaz encuentro, me imaginé en la piel de otros que sí estuvieron cerca de Kempes y en las sensaciones que ellos sí vivieron sobre un terreno de juego tan lejanas para el aficionado común…y pensé que Jongbloed, Haan y Krol estuvieron así de cerca de él, en la final del 78; cuando se lanzaron a sus pies en el Monumental y no pudieron pararle; o en lo cerca que estuvieron Del Bosque, Benito, Isidro o San José; que no consiguieron evitar sus goles en la mítica final de Copa del 79… también pensé que era ese mismo hombre el que corrió alrededor de la portería con los brazos abiertos, ante 100.000, envuelto en papeles recortados para celebrar el segundo gol en la prórroga de su mundial, perseguido por una nube blanquiceleste de jugadores, y también pensé en Pat Jennings que lo tuvo a esa misma distancia después de detenerle aquel penalty en la final de la Recopa del 80…o en los 116 goles que anotó en primera división con el Valencia CF, o en que fue pichichi 2 veces…sí, era ese mismo hombre que pasaba a mi lado.
Y recordé que “el matador” también anotó un gol en el Helmántico y que se convirtió en nuestra bestia negra particular anotando 6 goles en los 6 partidos en que nos enfrentamos a él en el estadio de la avenida de Suecia…; y aunque de chico me enseñaron que no es de buena educación girarse a mirar en plena calle, no pude evitar darme la vuelta a su paso y quedarme parado siguiéndole con la mirada mientras se alejaba calle abajo, y me vino a la memoria aquella imagen que había visto días atrás en la tienda oficial del Valencia CF, en la calle Pintor Sorolla, mientras ojeaba curioso el libro del 90 aniversario del equipo che, y pensé en Bustillo, y en su mirada en aquella fotografía en la que seguía con sus ojos la celebración de Mario Kempes tras aquel gol que le marcó a la Unión en los 70; la misma mirada que yo fijé en la espalda del mito argentino aquella tarde, al girarme, imaginando que aquel hombre, igual que en la foto, levantaría los brazos camino de las verjas del fondo de Mestalla y que en su espalda aparecería un 10, el mismo 10, de aquellos que iban cosidos, que vio Bustillo aquella noche en el estadio mientras Kempes se alejaba acercándose a su público con los brazos arriba y el mismo que imaginé ver yo, vestido de corto junto a los jugadores de la UDS de la imagen, con la camiseta roja y el escudo de la Unión cosido al pecho, de pie, absorto, en las proximidades del añejo Mestalla que rugió en mi mente por el gol de Kempes, en el silencio de aquella tarde de hace ya unos años y que por unos segundos me hizo sentir parte de la leyenda, que fue compartir un instante de mi vida con un inmortal del fútbol mundial.
Mario Alberto Kempes Chiodi (Bell Ville - Argentina 1954), jugó en el Valencia CF entre 1976 y 1981, y entre 1982 y 1984 (7 temporadas) y aunque se le relaciona clásicamente con el 10, dorsal que heredó Maradona posteriormente en la selección argentina; en sus inicios en el club valenciano vistió el 9 habitualmente.
En Mestalla se enfrentó a la UD Salamanca en seis ocasiones, anotando seis goles:
76-77 VALENCIA – UDS 0-0
77-78 VALENCIA – UDS 3-1 Valdés y Kempes (2) 1 (p)
78-79 VALENCIA – UDS 0-0
79-80 VALENCIA – UDS 2-2 Kempes y Bonhof
80-81 VALENCIA – UDS 3-0 Saura y Kempes (2) 1 (p)
82-83 VALENCIA – UDS 4-1 Kempes, Solsona, Idígoras y Roberto
Angel Martín Fuentes
Socio de la UD Salamanca
Artícle publicat originalment al blog dedicat a la UD Salamanca Desde mi grada vieja
http://ultimesvespradesamestalla.blogspot.com/

sábado, 21 de enero de 2012

El pasado rojillo de Emery

SU ABUELO, EL LEGENDARIO GUARDAMETA DEL REAL UNIÓN ANTONIO EMERY, DEFENDIÓ EL MARCO DE OSASUNA CONTRA BOCA JUNIORS
En el frondoso árbol genealógico de Unai Emery asoma una rama rojilla. Aunque la historia deportiva de la familia está estrechamente vinculada con el Real Unión de Irun, de ese tronco enraizado desde la década de los años veinte del siglo pasado en el club fronterizo por su abuelo Antonio y su tío-abuelo Román, surgieron brotes afianzados luego a otros equipos como Alavés, Burgos, Logroñés, Sporting y Recreativo (en el caso de Juan, padre de Unai), y de Real Sociedad, Toledo, Ferrol, Leganés, Lorca, Almería y Valencia, en el currículum del actual entrenador del equipo ché. Y también Osasuna. Aunque fuera solo un partido, tuviera carácter amistoso, pero un rival afamado ya entonces en el mundo entero.

Antonio Emery Arrocena, el abuelo, ha pasado a la historia del fútbol como uno de los mejores guardametas de los años veinte y treinta. Basta repasar las crónicas de la época para comprobar el asombro que en los periodistas provocaban sus actuaciones. Nacido el 26 de julio de 1905, toda su carrera deportiva transcurrió en el Real Unión, club en el que debutó en 1924 y cuyo marco defendió de forma ininterrumpida hasta la temporada 1934-35, aunque su retirada oficial no llegó hasta la conclusión del curso siguiente.

En esos doce años alcanzó a jugar cuatro temporadas en Primera división (66 partidos de Liga y 165 goles recibidos) y a ganar dos Copas de España en 1924 y 1927 antes de regular la competición como hoy la conocemos. No fue internacional; unos dicen que por tener pasaporte francés, otros porque sufrió la competencia de Ricardo Zamora.

Pero Antonio Emery era todavía un mito en ciernes cuando la directiva de Osasuna solicitó su concurso al Real Unión para defender la portería rojilla en el encuentro amistoso contra Boca Juniors, el 19 de abril de 1925. Por los acontecimientos de la época cabe concluir que las relaciones entre ambas entidades eran más que buenas. En el transcurso de aquella temporada (1924-25) los dos clubes parecían formar un frente común que tenía como principal contrincante a la Real Sociedad. De hecho, el presidente del Real Unión elevó una queja a la Federación Guipuzcoana, a finales de febrero, tras la expulsión del citado organismo del delegado de Osasuna a raíz de un duro artículo publicado por éste en La Voz de Navarra después de un polémico encuentro de los rojillos en Atocha. En paralelo, varios directivos del Real Unión habían tratado de agredir a un cronista deportivo donostiarra molesto por sus crónicas y al que acusaban de ser "afecto a la Real Sociedad". El caso más palpable de esa buena sintonía fue el partido del 1 de marzo disputado en San Juan entre Osasuna y Real Sociedad, en el que, según las crónicas, en las gradas había casi tantos aficionados de Irun como de Pamplona animando a los rojillos porque se ventilaba el título de campeón del torneo regional. El título lo ganó la Real.
BUENAS RELACIONES
Entente Osasuna-Unión
Fuera por tomar partido en esas controversias o por prestarse ayuda, el caso es que Osasuna cedió tras el campeonato a Gurrucharri y Juanín al Real Unión para completar la nónima de jugadores que realizaron una gira por Suiza, en lo que supuso la primera salida a la confederación de un club del Estado. A renglón seguido, Osasuna solicitó la presencia del genial Gamborena y de Emery para apuntalar la alineación que habría de oponer a los argentinos.

Su aportación fortaleció todavía más a un Osasuna que puso en liza ante Boca una alineación de antología con varios internacionales por España: Emery; Juanín, Abascal; Ubaldo Áriz, Gamborena, Ochoa; Muguiro, Gurrucharri, Miqueo, Seve Goiburu y Urquizu. Con razón que los cronistas lamentaran que sólo la parcialidad arbitral (dirigió el choque el entrenador de Boca, Decep) decantara el resultado final, 0-1, considerado a todas luces injusto.

Emery fue ovacionado en distintas ocasiones por el público. Posteriormente, El pajarito, como le apodaban, volvió a jugar más tardes en San Juan dejando el sello de su clase, a pesar de que su estatura no rebasaba los 172 centímetros, déficit que compensaba con una gran agilidad.

El abuelo de Unai vivió la gloria y la decadencia del Real Unión. A su retirada, lo ahorrado con el fútbol no superaba las 550 pesetas, según relató su hijo Juan; siguió trabajando en el ferrocarril y, a pesar de su modestia, conservando la amistad del ingeniero de Caminos René Petit, otra leyenda fronteriza que también vistió la camiseta de Osasuna

martes, 17 de enero de 2012

Mestalla, un feudo que se resiste desde junio de 1937

Fue a mediados de junio de 1937, en plena Guerra Civil, en concreto el domingo trece, cuando los equipiers del Levante y sus homónimos del Valencia quedaron citados en el feudo de Mestalla. Y la sonrisa final fue para el Levante. Era la segunda jornada de la liguilla de la Copa de la España Libre, diputada por las huestes de los dos equipos valencianos, el Gerona y el Espanyol, y la confrontación adquiría sentido y profundidad, máxime tras los condicionantes que contextualizaron el estreno en la competición que cerraba el curso 1936-1937 para los dos clubes de la capital del Turia. El Valencia logró adormecer al Espanyol, campeón de Cataluña, en el feudo de Sarrià mientras que el Levante, con un contingente de jugadores del Gimnástico, derrapó ante el Gerona en el feudo de Vallejo (2-2), escenario escogido por la sociedad marítima para formalizar como casero sus encuentros ante la imposibilidad de disfrutar del feudo del Campo de La Cruz ubicado en el Camino Hondo del Grao.
Así que el diario El Pueblo se encargó de propagar la especial significación de la confrontación para sendos contendientes que tenían deudas pendientes que saldar en virtud del cariz adoptado en los últimos enfrentamientos materializados. Si en algún momento histórico la indiscutible superioridad del Valencia, respecto al Levante, estaba en entredicho fue en los años inmediatos al conflicto bélico que arrasó la Península. Y las huellas eran evidentes. El Levante eliminó al Valencia en cuartos de Final de la Copa en el ejercicio 1934-1935 convirtiéndose en un oponente incómodo para el conjunto valencianista. Esa misma campaña se coronó campeón del Campeonato Super-regional superando al club blanco por más que el campeonato regional de la temporada 1936-1937 devolvió la supremacía del Valencia. “El match cumbre de la competición”, advertía en la edición matutina del jueves 10 de junio.
Parecía un partido superlativo. En cualquier caso, estaba justificado porque su resolución podía determinar el camino futuro de ambos teams. El Valencia defendía la condición de leader sobre el verde de su estadio, tras la edificante victoria en tierras catalanas, mientras que el Levante no podía permitirse un nuevo patinazo porque perder significaría distanciarse de un adversario directo. Además del trascendente valor de los puntos, desde una perspectiva cuantitativa, entraban en liza cuestiones tales como el carácter simbólico de la cita o el plano emocional y sus repercusiones sobre los protagonistas. Como sucede en ocasiones con encuentros con tendencia hacia la hipérbole, el partido muy pronto perdió ese carácter competitivo que se preveía. Nieto y Gaspar Rubio fueron los encargados de profanar el santuario de Mestalla.
Hubo un trasvase de poderes durante la evolución de los noventa minutos. El Levante abandonó el coliseo blanco ungido con la condición de leader que ya no perdería durante el resto del torneo. “Hace ya tiempo que el Valencia no puede con los costeños. Las derrotas se vienen sucediendo”, confirmó El Pueblo. “Es ya reincidencia en el Levante esa falta de respeto de sus jóvenes jugadores hacia el campeón en su propio terreno”, acentuó el Mundo Deportivo el lunes 14 de junio. El dominio del Levante fue evidente. Y la Copa de la República fue adquirida en propiedad después de la finalísima que volvió a enfrentarle al Valencia en el Estadio de Sarrià, pero aquella muesca en Mestalla fue la última de su expediente en este escenario en competición oficial. Desde entonces se resiste aunque el volumen de partidos menguó de manera drástica. El Valencia hizo prevalecer la condición de local en las temporadas 1963-1964, 1964-1965, 2004-2005 y 2006-2007 en la Liga. Y también lo hizo en las campañas 1985-1986 y 1998-1999 en el formato de Copa. Únicamente pueden contabilizarse dos igualadas en los cursos 2007-2008 y 2010-2011, que significó la permanencia granota en el marco de la Primera División, en Liga.
http://www.levanteud.com/noticias/18197/mestalla_un_feudo_que_se_resiste_desde_junio_de_1937.html

lunes, 2 de enero de 2012