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jueves, 24 de noviembre de 2011

La mayor goleada de la historia en Europa

Mestalla vivió una noche histórica. El 23 de noviembre de 2011 quedará para siempre como la fecha en que el Valencia consiguió su mayor goleada en competiciones europeas. No es ninguna nimiedad si tenemos en cuenta que el de anoche fue el partido 231 de los blanquinegros en un torneo continental (si se tiene en cuenta los oficiales, ya que la UEFA no contabiliza en su estadística la extinta Copa de Ferias). El 7-0 al Genk ya forma parte del libro de los records valencianistas, superando las dos ocasiones en que goleó por 6-1. El último en sufrir ese resultado fue el Bursaspor turco en la pasada Champions.

Este festival ofensivo, el mejor premio para los 35.000 valencianistas que apostaron por acudir al campo, también venga de alguna forma la mayor goleada sufrida por el Valencia en toda su historia en Europa: el marcador humillante frente al Karlsruher en Alemania, el 2 de noviembre de 1993 en la vuelta de la segunda ronda de la Copa de la UEFA. Aquel 7-0 en contra marcó a toda una generación.

Pero la alegría tras el pitido final duró sólo unos segundos, lo que tardó en llegar a la grada la noticia de que el Leverkusen había remontado el gol inicial de Drogba y ganaba por 2-1. La histórica paliza sólo valdrá de algo si el Valencia al menos empata con goles en el infierno de Londres, con Mata como rival.

El protagonista del partido estaba destinado a ser el maltrecho césped de Mestalla, pero la confusión en el equipo titular del Valencia tomó el relevo. La UEFA pasaba los onces oficiales con Sofiane Feghouli incluido (así lo confirmaba el departamento de comunicación de Valencia a las 19:45 horas) y al mismo tiempo calentaba junto a los titulares Pablo PIatti. Algo estaba fallando.

Manuel Llorente, ajeno a todo este jaleo, inspeccionaba el estado del terreno de juego con cara de preocupación. El presidente abandonó el campo por el túnel de vestuarios a la misma hora en que el departamento de prensa pasaba, a las 20:15, el once rectificado con la novedad de Piatti.

Al poco tiempo asomó Unai Emery con el chándal oficial del club (aún no se había puesto su traje habitual ni es normal que se deje ver durante el calentamiento). Sobre el terreno de juego se formó una reunión de urgencia entre el propio Emery, Juan Carlos Carcedo y Voro, delegado del primer equipo. El rostro del entrenador era muy serio, mientras el exjugador y extécnico del Valencia le daba toda serie de explicaciones. Al acabar la charla, Emery mandó a vestuarios a Piatti y saltó a calentar Feghouli.

El club mandó otro mensaje de urgencia volviendo a poner a Sofiane en el once y quitando a Pablo. Voro se equivocó al dar el nombre del francés en lugar del argentino y la UEFA no permitió el cambio, ya que, según su normativa, de haberse producido la permuta Sofiane no hubiera podido seguir en la convovatoria y el Valencia habría tenido un jugador menos en el banquillo, además de afrontar el partido sólo con dos posibles cambios.

El error, menos trascendente que aquellos de Juan Cruz Sol que transformaron en alineaciones ilegales un partido de Liga en Santander y otro de Copa del Rey en Novelda, impidió a Unai formar con el interior izquierdo elegido para empezar el partido. Y con ese once, el que no diseñó Emery, se goleó al Genk.

Nadie se acordó al descanso del estado del césped tras las intensas lluvias de los últimos días, primero porque aguantó muy bien pese a estar visiblemente blando y segundo porque con el 4-0 la afición estaba más preocupada de cantar a Del Bosque el 'Soldado selección' tras el hat trick del valenciano que de mirar si se levantaba la hierba.

Eligió un buen partido Tiago Splitter, el flamante fichaje NBA del Valencia Basket, para debutar en Mestalla. En el entretiempo preguntó por ese delantero que había encandilado a la grada sólo unos minutos antes. Su compañero Pietrus le aclaró que Soldado forma parte de la NBA del fútbol español. La traductora se llevó el mejor regalo, la camiseta del trigoleador.

Lo que más celebró la grada en la segunda parte no fue ningún lance ocurrido en el terreno de juego, sino el gol de Drogba en el Bay Arena para el Chelsea. El grito de «goooool» se extendió por todos los asientos que contaban con un aficionado pegado a una emisora de radio y la locura colectiva invadió Mestalla, que se atrevió con una tímida ola (no era cuestión de llamar a la lluvia con el riesgo de gota fría aún en el cielo). Quedó ya como anécdota el cambio de Piatti por Feghouli. Soldado se marchó como los grandes toreros, con el público puesto en pie y enfilando el banquillo como si fuera la puerta grande.

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