José Núñez, aficionado blanquinegro, guarda en su colección auténticos tesoros de la historia del club. Entre sus ‘joyas’, una cartilla hipotecaria y una acuarela de los años 20.
MOISÉS RODRÍGUEZ.-La casa de José Núñez es, cuanto menos, una ermita del Valencia. Este fiel aficionado y coleccionista atesora cientos de artículos que atestiguan los éxitos y fracasos del conjunto blanquinegro desde su nacimiento hasta la fecha. “Tengo una foto del bar Torino, donde se fundó el club. Y otra aérea, la única donde están los campos de Algirós y el de Mestalla”.
Instantáneas las hay de todas las épocas. “En un álbum guardo las de los futbolistas históricos por orden alfabético”. También las hay de los momentos más reseñables que ha vivido el Valencia. En una de las fotografías se puede ver el campo de Mestalla cuando todavía no estaba construida la tribuna. “Está viejo y es necesario el cambio, pero cuando se produzca, nos vamos a quedar como huérfanos. No se trata sólo de un estadio, tiene un valor como espiritual”. José también atesora instantáneas de gran tamaño: “Son los éxitos. Aún hay espacio para los que están por llegar”.
En la colección de este hombre afincado en Alaquàs hay un espacio para la prensa, entre la que hay ejemplares de LAS PROVINCIAS y de bastantes otras cabeceras. “Son el testigo de momentos glorioso… incluso tengo el último ascenso a Primera. Está ahí, aunque muchos aficionados prefieran olvidarlo”.
Pero José Núñez aún no ha mostrado la joya de la corona. En casa guarda sendas réplicas de sus mayores tesoros, cedidos al Museo de Historia de Valencia. Entre las fotos, muestra una cartilla hipotecaria, deuda emitida por el club para la construcción del campo de Mestalla. “Luego vino la guerra civil y nunca se pagó”. También hay una acuarela en la que aparece una mujer ataviada con una camiseta del club blanquinegro: “Se trata de una acuarela que recrea la sociedad de los años 20”.
Los dos hijos de José, Alejandro y Ana, son futboleros. Muchas de estas reliquias se hallan en la habitación del chico. “Me gustaría que fuera más de ir al campo, pero sí le gusta el Valencia”. El chaval tiene una de las paredes decorada con numerosos banderines. Hay varios conmemorativos de las finales que ha disputado el equipo en las últimas tres décadas, pero entre todos destacan tres. “Dos de ellos están firmados por la plantilla y otro oficial, el de un partido de la Champions del 27 de septiembre de 2000 frente al Lyon. No sé cómo salió del club”.
Objetos de autor.
En una estantería descansan auténticos objetos de autor. Dos pares de botas, unas de Juan Sánchez y otras de Amedeo Carboni, la corbata de Rafa Benítez (“le pedí algo, y el me preguntó si la quería. Le contesté: ‘¡Pues claro!’”), una camiseta de Morientes y un guante de Cañizares. “También tengo un casco de moto. No pertenece a ningún futbolista, pero me lo decoró un amigo y le tengo mucho cariño”.
Y todavía faltan los trofeos, guardados en una vitrina en el salón. “La Champions está guardada, por si alguna vez la ganamos”. Son todo réplicas a escala. “El Carranza es de plata, fabricada por la misma joyería a la que la Federación encarga la Liga y la Copa del Rey”, subraya un orgulloso José Núñez. Completan la colección una figura que recrea Mestalla, la escultura a la afición y una hormiga que simboliza a la hinchada blanquinegra: “Le falta un cuerno. La cedí para una exposición y, como la gente lo toca todo, se lo rompieron”.
José Núñez ha comprado objetos y los ha intercambiado. “Las medallas del Carranza me las proporcionó un coleccionista de Cádiz que buscaba carteles y yo le orienté”. Ahora ya no adquiere tantos objetos. “Sólo si hay algo muy curioso”. Hace algunos años le diagnosticaron parkinson. “Trabajaba en la cerámica y todo empezó con un temblor. Me han operado y ahora estoy bastante bien, pero iba a quedarme como un vegetal”.
Vendió muchos objetos. “Tenía las entradas de todas las finales. Me quedé las de a partir de los 70”. Acreditaciones de prensa, pases, más fotos históricas… “Yo le dije que no se deshiciera de nada”, apunta Clori, su mujer. José Núñez dejó de ir a Mestalla: “No podía estar. Era el socio 7.000 y pico, pero se quedó el pase una buena amiga. Para que lo tenga otro, prefiero que sea alguien importante para mí”.
José recuerda con nostalgia la primera vez que fue al fútbol. “Yo pasé muchas tardes en las calles de alrededor de la finca roja, chutando entre los árboles, pensando que era yo el crack del momento que marcaba un gol decisivo. Huérfano de padre, su madre no le dejaba ir al fútbol. “A los 13 años, afortunadamente empecé a trabajar en una empresa en la que todos eran del Valencia. Un día me dejaron un pase y me dijeron que ya era mayor para ir al campo”.
En el museo que es su casa, José Núñez sigue sufriendo por su Valencia. Disfruta cada vez que toca una fotografía, o acaricia la réplica de un trofeo como si se tratase de uno original. Sueña con que un día acaben las obras del Nuevo Mestalla. “Igual vuelvo a ir al campo. Aquí no veo el fútbol porque se sufre más”. Mientras tanto, cuida de sus reliquias. Por placer, por afición, para sentirse parte del club de sus amores
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2010-07-02/reliquias-valencia-201007021027.html
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