El Valencia FC presenta sus estatutos y reglamentos internos en gobierno civil el 5 de marzo de 1919, siendo aprobados, y por lo tanto fundado el equipo, el 18 de marzo. Aquella fecha sólo ofrece un dato estadístico, ningún punto de partida. La aspiración de formar un club fuerte, representativo de la ciudad, es anterior a las reuniones entre siete estudiantes en el Bar Torino, la horchatería de Novejarque situada en la confluencia de la calle Barcelonina con la extinta Bajada de San Francisco. Ese afán fue liderado por Octavio Augusto Milego Díaz (1893-1982), uno de los cofundadores del club y nombrado primer presidente con sólo 26 años.Milego, toledano de nacimiento y residente en Valencia desde los 5 años, se enamoró del fútbol en 1909, con motivo de la Exposición Regional, en cuyas pistas se enfrentaron el Barcelona, la Gimnástica de Madrid, el Español de Barcelona y el Club Valencia. Aquel fue el primer gran torneo de entidad que se disputó en la ciudad. No obstante, la moda del foot-ball británico se introdujo unos años atrás, hacia 1905 con la práctica del juego por parte de importadores de naranjas ingleses y fue impulsado tiempo después con la labor del Padre Viñas en los Salesianos. Concluídos los fastos exposicionales, derribados algunos de sus edificios y pistas, la actividad futbolística decayó el siguiente lustro, quedando como principal referente el decano Gimnástico, ligado al Patronato de la Juventud Obrera, y el intermitente Levante FC, del Cabanyal.Milego no cesó en su empeño y, de un grupo nacido de los Salesianos, fundó el Club Deportivo Español, en el que jugaba como delantero centro. El equipo disputaba sus partidos en un solar situado en la Gran Vía del Marqués del Turia, entre las calles Joaquín Costa y Almirante Cadarso. En otro solar, en la ubicación actual del mercado de Colón, jugaba el Regional. De los Salesianos saldría otro club, el Sagunto, con sede en la homónima calle. En aquella floreciente Valencia pre-blasquista también se crearon equipos efímeros como el Rat Penat, el Fraternitario, el España, el Racing de Patraix, el Bancario, el Atlètic Català, el Algirós Tennis Club, el River Turia...
La traumática muerte de Bonora. El Club Deportivo Español tuvo una existencia breve y dramática. Corrían los inicios de 1919 cuando el equipo, aprovechando las vacaciones universitarias de sus integrantes, aceptó una invitación para disputar un amistoso en Elche. En aquel encuentro el jugador Luis Bonora, de 21 años, que formaba parte del equipo junto a dos de sus hermanos, sufrió un terrible encontronazo con un rival que le partió una pierna. El médico local le aplicó primeros auxilios y diagnosticó una simple luxación. La expedición regresó de inmediato a Valencia. Desgraciadamente, por el camino empeoró el estado de Bonora, que fallecería a consecuencia de una embolia nada más llegar a su casa: «Su muerte -declararía décadas después Milego en una entrevista- nos llenó de consternación a todos los compañeros y amigos. Decidimos paralizar las actividades del Deportivo Español, despareciendo por disolución de la sociedad».El joven Milego marchó a Madrid para opositar a cátedra de Literatura en la Escuela de Comercio. Allí, Milego volvió a entusiasmarse con el fútbol al presenciar un Real Madrid-Gimnástica. Ganó la plaza y volvió de inmediato a Valencia, donde se reunió con urgencia con otros seis amigos: el mecenas Gonzalo Medina, Pascual Gascó, Julio Gascó, Fernando Marzal, Salvador Aliaga y Pepe Llorca. Todos ellos ex futbolistas del Deportivo Español, el Sagunto y el Rat Penat. Sentados en la barra del Bar Torino, decidieron que el club tendría el nombre representativo de la ciudad. A las pocas semanas, el 18 de marzo, se fundó el Valencia Foot-ball Club.Debido a su carácter discreto y tímido, a Milego no le gustaba estar en primera línea. Aún así, con 26 años, el lanzamiento de una moneda al aire lo colocaría como primer presidente del Valencia FC : «Fue presidente porque así lo quisieron sus co-fundadores», explica a Levante-EMV su hijo Octavio Milego Alonso, residente en México. «Ellos sabían que mi padre siempre pedía cara en la suerte de las monedas. Así se jugaron la presidencia pero todos ya se habían puesto de acuerdo. Se las ingeniaron para que saliera cara y mi padre ni se las olió. Tuvo que pasar un mes, hasta el 17 de abril, coincidiendo con el cumpleaños de mi padre, para que le contaran toda la verdad». El Valencia FC jugaba sus partidos en el campo de Algirós, un terreno situado entre los cuarteles de la Guardia Civil y los muelles de la Estación Central de Aragón, que compartían con el Levante FC. Gonzalo Medina, el directivo con más solvencia económica, pagó 16.000 pesetas de la época para vallar el estadio y construir casetas para los vestuarios. Algirós quedó inaugurado el 7 de diciembre de 1919, con un amistoso contra el Castalia. Se recaudaron 26 pesetas, destinadas a beneficio del hospital Gómez Ferrer. El Valencia alineó a Pascual; Gascó, Piñol, Marín, Llobet, Ferré, Fernández, Cubells, Guerendiain, Aliaga y Gómez Juaneda. Milego, un delantero que se definía «con gran remate de cabeza pero pésimo jugador», se retiró como futbolista y pasó a jugar en el Tonelada, una especie de tercer filial con la condición sine qua non de contar con jugadores que sobrepasaran los 80 kilos: «Éramos la reserva de los reservados», reconocía con sorna el fundador del blanquinegro VFC.Efectivamente, a Milego no le gustaba aparentar. Las sólidas estructuras potenciaron el crecimiento inmediato de un club que calaba hondo entre los aficionados. Se incrementó también el número de socios y asistentes a los partidos, naciendo la primera oposición a la directiva valencianista. Una peña de seguidores bautizada como La Tartana -acudían con este carruaje a los partidos- desestabilizó a la Junta de Milego hasta que Alfredo Aigües, cabecilla de la citada peña, fue elegido presidente en 1922. El Valencia, entrenado por el maestro checo Anton Fivber, ya era un contrincante temido en el que destacaban dos figuras: Eduardo Cubells, dotado de una fina técnica, y el agresivo goleador Arturo Montes. La grada quedó dividida entre los dos ídolos, generando la primera de las polémicas que fraccionarán eternamente en cuestiones estilísticas a la afición valencianista.
fundador del colegio de árbitros. Milego llevaba la vocación del fútbol en la sangre. En 1921 fundó el Colegio Regional Valenciano de Árbitros junto a Gonzalo Medina y Ramón Leonarte, otro de los personajes imprescindibles en la consolidación de este deporte en la ciudad. El Valencia jugó por primera vez ese año eliminatorias de la Copa de España, contra el Sporting de Gijón, y urgía que Valencia contase con árbitros reconocidos. El arbitraje fue toda una aventura para Milego en un fútbol que se distinguía por su pureza romántica, sin trampas ni superficialidades comerciales. Como él mismo confesaba «una temporada llegué a dirigir 92 partidos en Valencia y provincia. Naturalmente no cobré ni una peseta. De vez en cuando me invitaban a un café». Como aconteciera en el VFC, Milego también fue fundador y primer presidente, durante cinco años, del colectivo arbitral. Alternándolo con la docencia, con el paso del tiempo desempeñó muchos otros cargos, desde secretario a tesorero, y dirigió calientes derbis como el Barcelon-Espanyol, el Athletic-Arenas de Getxo... En 1970 el Colegio de Árbitros le retiró el carnet «en el más amargo disgusto que el fútbol me proporcionó».No dejó nunca de seguir Milego al Valencia, que se mudó a Mestalla y se transformó como una entidad prestigiosa en la liga española y en competiciones europeas gracias a generaciones irrepetibles de técnicos y futbolistas. Milego inculcó la afición por el club a sus tres hijos. Retirado de la actividad arbitral, a principios de los 70 formó parte, como vicepresidente, de la directiva de Francisco Ros Casares hasta 1975. En diciembre de 1982, a la edad de 89 años -los mismos que pasado mañana cumple el Valencia, su maravilloso invento- Milego fallecía en su casa de la calle Joaquín Costa. «Dios quiso adelantarse para que no viera el descenso a Segunda (en abril de 1986) del Valencia. Eso lo habría matado de lágrimas y coraje», comento su hijo Octavio, el año del descenso.
La traumática muerte de Bonora. El Club Deportivo Español tuvo una existencia breve y dramática. Corrían los inicios de 1919 cuando el equipo, aprovechando las vacaciones universitarias de sus integrantes, aceptó una invitación para disputar un amistoso en Elche. En aquel encuentro el jugador Luis Bonora, de 21 años, que formaba parte del equipo junto a dos de sus hermanos, sufrió un terrible encontronazo con un rival que le partió una pierna. El médico local le aplicó primeros auxilios y diagnosticó una simple luxación. La expedición regresó de inmediato a Valencia. Desgraciadamente, por el camino empeoró el estado de Bonora, que fallecería a consecuencia de una embolia nada más llegar a su casa: «Su muerte -declararía décadas después Milego en una entrevista- nos llenó de consternación a todos los compañeros y amigos. Decidimos paralizar las actividades del Deportivo Español, despareciendo por disolución de la sociedad».El joven Milego marchó a Madrid para opositar a cátedra de Literatura en la Escuela de Comercio. Allí, Milego volvió a entusiasmarse con el fútbol al presenciar un Real Madrid-Gimnástica. Ganó la plaza y volvió de inmediato a Valencia, donde se reunió con urgencia con otros seis amigos: el mecenas Gonzalo Medina, Pascual Gascó, Julio Gascó, Fernando Marzal, Salvador Aliaga y Pepe Llorca. Todos ellos ex futbolistas del Deportivo Español, el Sagunto y el Rat Penat. Sentados en la barra del Bar Torino, decidieron que el club tendría el nombre representativo de la ciudad. A las pocas semanas, el 18 de marzo, se fundó el Valencia Foot-ball Club.Debido a su carácter discreto y tímido, a Milego no le gustaba estar en primera línea. Aún así, con 26 años, el lanzamiento de una moneda al aire lo colocaría como primer presidente del Valencia FC : «Fue presidente porque así lo quisieron sus co-fundadores», explica a Levante-EMV su hijo Octavio Milego Alonso, residente en México. «Ellos sabían que mi padre siempre pedía cara en la suerte de las monedas. Así se jugaron la presidencia pero todos ya se habían puesto de acuerdo. Se las ingeniaron para que saliera cara y mi padre ni se las olió. Tuvo que pasar un mes, hasta el 17 de abril, coincidiendo con el cumpleaños de mi padre, para que le contaran toda la verdad». El Valencia FC jugaba sus partidos en el campo de Algirós, un terreno situado entre los cuarteles de la Guardia Civil y los muelles de la Estación Central de Aragón, que compartían con el Levante FC. Gonzalo Medina, el directivo con más solvencia económica, pagó 16.000 pesetas de la época para vallar el estadio y construir casetas para los vestuarios. Algirós quedó inaugurado el 7 de diciembre de 1919, con un amistoso contra el Castalia. Se recaudaron 26 pesetas, destinadas a beneficio del hospital Gómez Ferrer. El Valencia alineó a Pascual; Gascó, Piñol, Marín, Llobet, Ferré, Fernández, Cubells, Guerendiain, Aliaga y Gómez Juaneda. Milego, un delantero que se definía «con gran remate de cabeza pero pésimo jugador», se retiró como futbolista y pasó a jugar en el Tonelada, una especie de tercer filial con la condición sine qua non de contar con jugadores que sobrepasaran los 80 kilos: «Éramos la reserva de los reservados», reconocía con sorna el fundador del blanquinegro VFC.Efectivamente, a Milego no le gustaba aparentar. Las sólidas estructuras potenciaron el crecimiento inmediato de un club que calaba hondo entre los aficionados. Se incrementó también el número de socios y asistentes a los partidos, naciendo la primera oposición a la directiva valencianista. Una peña de seguidores bautizada como La Tartana -acudían con este carruaje a los partidos- desestabilizó a la Junta de Milego hasta que Alfredo Aigües, cabecilla de la citada peña, fue elegido presidente en 1922. El Valencia, entrenado por el maestro checo Anton Fivber, ya era un contrincante temido en el que destacaban dos figuras: Eduardo Cubells, dotado de una fina técnica, y el agresivo goleador Arturo Montes. La grada quedó dividida entre los dos ídolos, generando la primera de las polémicas que fraccionarán eternamente en cuestiones estilísticas a la afición valencianista.
fundador del colegio de árbitros. Milego llevaba la vocación del fútbol en la sangre. En 1921 fundó el Colegio Regional Valenciano de Árbitros junto a Gonzalo Medina y Ramón Leonarte, otro de los personajes imprescindibles en la consolidación de este deporte en la ciudad. El Valencia jugó por primera vez ese año eliminatorias de la Copa de España, contra el Sporting de Gijón, y urgía que Valencia contase con árbitros reconocidos. El arbitraje fue toda una aventura para Milego en un fútbol que se distinguía por su pureza romántica, sin trampas ni superficialidades comerciales. Como él mismo confesaba «una temporada llegué a dirigir 92 partidos en Valencia y provincia. Naturalmente no cobré ni una peseta. De vez en cuando me invitaban a un café». Como aconteciera en el VFC, Milego también fue fundador y primer presidente, durante cinco años, del colectivo arbitral. Alternándolo con la docencia, con el paso del tiempo desempeñó muchos otros cargos, desde secretario a tesorero, y dirigió calientes derbis como el Barcelon-Espanyol, el Athletic-Arenas de Getxo... En 1970 el Colegio de Árbitros le retiró el carnet «en el más amargo disgusto que el fútbol me proporcionó».No dejó nunca de seguir Milego al Valencia, que se mudó a Mestalla y se transformó como una entidad prestigiosa en la liga española y en competiciones europeas gracias a generaciones irrepetibles de técnicos y futbolistas. Milego inculcó la afición por el club a sus tres hijos. Retirado de la actividad arbitral, a principios de los 70 formó parte, como vicepresidente, de la directiva de Francisco Ros Casares hasta 1975. En diciembre de 1982, a la edad de 89 años -los mismos que pasado mañana cumple el Valencia, su maravilloso invento- Milego fallecía en su casa de la calle Joaquín Costa. «Dios quiso adelantarse para que no viera el descenso a Segunda (en abril de 1986) del Valencia. Eso lo habría matado de lágrimas y coraje», comento su hijo Octavio, el año del descenso.
NO PUEDO DECIR, EN PALABRAS LA ADMIRACION QUE SIENTO POR USTED, Y LO AGRADECIDOS, QUE ESTAMOS TODOS, POR QUE USTED TUBIERA A BIEN DAR VIDA A ESTO QUE HOY ES NUESTRA VENERACION Y CULTO.
MUCHAS GRACIAS SEÑOR MILEGO Y AMUNT VALENCIA PER SEMPRE Y HASTA LA MORT
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